La gastritis es una afección común que afecta el revestimiento interno del estómago, causando inflamación. Esta inflamación puede ser aguda o crónica y puede ser causada por diversas razones, como el consumo excesivo de alcohol, el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroides (AINEs), infecciones bacterianas (como H. pylori) o estrés crónico.
La gastritis puede presentarse con una variedad de síntomas y grados de gravedad, desde molestias leves hasta dolor abdominal intenso y complicaciones graves.
Los síntomas de la gastritis pueden incluir dolor o malestar en la parte superior del abdomen, sensación de ardor en el estómago (acidez estomacal), náuseas, vómitos, pérdida de apetito y sensación de saciedad temprana al comer. En algunos casos, la gastritis puede no causar síntomas evidentes y solo se diagnostica a través de pruebas médicas.
El tratamiento de la gastritis depende de la causa subyacente y la gravedad de los síntomas. En casos leves, los médicos pueden recomendar cambios en la dieta y el estilo de vida, como evitar alimentos irritantes, reducir el estrés y dejar de consumir alcohol o AINEs.
Si la gastritis se debe a una infección por H. pylori, se puede recetar un régimen de antibióticos para eliminar la bacteria. Para aliviar los síntomas, los médicos pueden recetar medicamentos para reducir la producción de ácido estomacal, como inhibidores de la bomba de protones (IBP) o antagonistas de los receptores H2.
En casos graves o crónicos de gastritis, se pueden realizar procedimientos médicos, como la endoscopia, para evaluar la extensión de la inflamación y, en casos raros, se puede necesitar cirugía para tratar complicaciones o eliminar áreas dañadas del estómago.
Es importante buscar atención médica si se experimentan síntomas de gastritis, ya que un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado pueden prevenir complicaciones a largo plazo.